Así es como te quedas cuando salta una avería.

Pero el «cableo» pasa a modo «hay que buscar soluciones» y enseguida tu cerebro y tus manos se ponen a trabajar. No es nada raro, estas eventualidades pasan en todos los observatorios  pero lo importante es localizar y reparar la tarea lo antes posible. La verdad es que estas sorpresas fastidian a cualquiera, con la cantidad de trabajo que hay al final toca re-ordenar las prioridades y dejar lo urgente por algo más urgente aún.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Necesitamos cable nuevo, así que después de plantear las acciones salimos escopetados comprarlo y al regreso comenzamos a desmontar el antiguo. Una tarde de sube-baja por escaleras, dentro de la cúpula y fuera, guantes y destornilladores, herramientas por los bolsillos… ¡tiraaaa! ¿más? ¡sii, dále… ¡para! ya lo tienes. Voy…  Las conversaciones a través de la compuerta con el mundo exterior son un poema. Y al final del día acabas con el cuello dolorido, es una de las zonas que más sufre porque siempre hay que andar mirando hacia arriba…

Pero lo pasamos bien, aprender cómo construir es una gran experiencia, pero también es importante encontrar soluciones para reparar lo que necesites… esta ha sido una tarde de trabajo agotador pero al caer la noche la compuerta se queda reparada y lista para trabajar. Eso si, las manos al final llenas de grasa, cuando por despiste en algún momento te quitas los guantes… es lo que pasa. Pero satisfechos por una gran labor resuelta.

El crepúsculo parece celebrarlo con un despliegue de color como hacía mucho que no vemos, es normal, tantas nubes se nos había olvidado casi que el cielo era azul. Aquí os pasamos algunas fotos para nuestro astrodiario de trabajo.